jueves, 4 de diciembre de 2014

Naturaleza










La vida y su suplicio es absorbida en la insensibilidad de la Naturaleza, en su silencio perpetuo, en su fuerza fatal y ciega. Y la materia va por los aires, por las planicies, se sutiliza en las sombras, se vivifica en los rayos claros; es roca, selva, torrente, fluido, vapor, ruido, movimiento, estremecimiento confuso del cuerpo de Cibeles; y la materia siente la vida universal, la palpitación del átomo debajo de la forma, se siente bañada por las claridades suaves y por el olor de los henos, siéntese impelida hacia la luz magnética de los astros y dilacerada en los ásperos movimientos de la tierra. La materia tiene la augusta conciencia de su vitalidad. Y así, bajo su impasibilidad, hay una angustia inmensa, una vida ardiente, impetuosa, un alma terrible, ¡oh, formidable Naturaleza!…


Eca de Queiroz 



Foto: P.M. 

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